Monday, January 14, 2019

Terra Australis_ Review por Gustavo Schimpp en Gorgona Digital

"El fascinante y misterioso continente del sur (bien al sur)"

La Antártida parece ejercer una persistente fascinación en los autores de literatura popular que nos precedieron, hoy convertidos en clásicos por haber sido los primeros en aventurarse en nuevas formas de contar o de explorar nuevos temas con los que deleitar al público.

Por ejemplo, tenemos a Edgar Allan Poe y “La narración de Arthur Gordon Pym” y sus dos “secuelas”: “La esfinge de los hielos”, de Julio Verne; y “En las montañas de la locura”, de H.P. Lovecraft. También tenemos una novela de H.G: Oesterheld, “Bull Rocket: Peligro en la Antártida”. O “¿Quién anda ahí?” de John W. Campbell, que inspiró nada menos que tres películas. Y, hablando de películas, podemos recordar a “Los expedientes secretos X: Combate al futuro”.

Pero acá queremos hablar de “Terra Australis”, una historieta escrita y dibujada por Agustín Graham Nakamura. Lo que me recuerda que otros historietistas también han caído en el embrujo que provoca el continente blanco: “Whiteout”, de Greg Rucka y Steve Lieber; y “Tres Ojos”, un episodio del personaje “Sherlock Time” creado por H.G: Oesterheld y Alberto Breccia.

¿Y a cuento de qué viene toda esta introducción/divague sobre la Antártida? Pues porque el propio título “Terra Australis” nos remite inmediatamente a la Antártida, ya que en la antigüedad denominaban así al (no tan) imaginario continente situado en el extremo sur. Y tal suposición resulta ser correcta al leer las primeras páginas, donde una de los protagonistas parece haber bajado de un tractor en cuya cabina cuelga un muñequito de la mascota del mundial ‘78. Ahí no hay dudas: claramente, la historia transcurre en Argentina.

“Terra Australis” es una de esas historietas que tranquilamente podría ser llevada al cine tradicional o al de animación y se convertiría automáticamente en un éxito. Tiene todos los ingredientes para serlo: un robo seguido de ¿asesinatos? que pronto se transforma en un misterio que nos envuelve en una atmósfera sobrenatural, un giro hacía la ciencia ficción de la mano de Campbell y Chris Carter, unos protagonistas muy bien caracterizados y que funcionan con una dinámica bien argenta, una documentación de locaciones y vehículos que abruma, persecuciones, tiroteos, respuestas que llevan a otros misterios, momentos de acción casi cinematográficos, una narrativa con recursos que por momentos recuerdan a Gibbons en “Watchmen”, situaciones que podríamos encontrar en “Akira”, una amenaza global que debe ser detenida, un anciano con la cara de Ezra Winston que brinda algunas explicaciones… y podría continuar pero arruinaría algunas sorpresas.

La referencia a “Akira” no es casual tampoco, porque los dibujos de Agustín por momentos, especialmente cuando pone el foco en rostros y expresiones, me hicieron recordar a Otomo. Bueno, confieso que ninguna de las obras enumeradas en mi divague inicial están mencionadas por casualidad. Pero volvamos a lo que nos ocupa.

Uno de los mayores misterios que me obsesionó un poco es que no queda claro dónde y cuándo sucede la historia. Por la referencia a la ruta 3, los kilómetros a Buenos Aires en un cartel y el mapa que despliega la protagonista, puedo asegurar que el relato arranca en Río Negro, en el departamento de Adolfo Alsina. Del resto de locaciones, solo puedo especular. No es que sea importante en el relato, ojo. Agustín nos está llevando constantemente más al sur y con eso alcanza. Tampoco pude darle un marco temporal a la historia, porque el pueblo, el auto y mucho de la ambientación nos hacen pensar que sucede en algún momento de la década de los ’80, pero de pronto utilizan smartphones y hablan de internet. Luego, en otro momento, hacen referencia a la guerra de Malvinas dando a entender que “fue hace más de 40 años”. Son anacronismos que, por lo menos a mí, me distrajeron bastante.

Particularmente, el final me resultó poco claro porque deja abierta la posibilidad de varias lecturas. No es que no me guste, al contrario: hace que el lector participe un poco más activamente para comprender la decisión que toma el antagonista (y mientras escribo esto, no puedo dejar de pensar en las bajadas de línea de Rodenberry en “Star Trek”).

En definitiva, es una historieta que disfruté y que, seguro, vos lo vas a hacer también. Yo por mi parte, voy a aprovechar el reportaje que le hacemos a Agustín para sacarme alguna duda. Vos, tenés que leerlo.

Gustavo Schimpp.

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